
SESIÓN / Rosauri + Energía y Azúcar.
- 19 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 jun
Hoy me reuní con Rosauri.
Lo primero que cruzó el aire fue la energía.
No el saludo, no el tema, no el plan.
La energía, sin maquillaje, sin teoría.
Nos vimos arrastrados hacia un set cuadrado, envuelto en música.
Una tienda-oasis llamada Altoque, resistiendo como flor sonora en medio de un centro comercial jurásico — un dinosaurio arquitectónico vivo.
La verdad está en cómo nos hablamos.
Cómo nos alineamos.
Cómo dejamos que la química guiara el ritmo.
En medio de dulces de la Mozart —un profiterol, dos galletas— apareció ella:
una niña de 19 años, símbolo de azúcar, ojos y visión (usando lentes para leer).
Reflejo, espejo, señal.
Mariana, o Nana, se unió a la conversación un rato y hablamos de adicciones al azúcar y al celular.
De la trampa invisible.
De cómo los excesos y dependencias vienen tatuados desde la infancia,
entrelazados con creencias que ya no nos pertenecen. Para ella estaba todo más fresco.
Entonces lo vimos:
La realidad no es más que una construcción compartida.
Una interpretación energética en código común.
Desde ahí, conecté algo más personal.
Una forma de ver óptica: la ciencia que mide la luz, la dirección, la forma en que vemos.
La visión responsable empieza por entender el lente con el que percibimos
Optometría como herramienta.
Energía como lenguaje.
Un producto que nace de valores, y propósitos.
Jau, en silencio, ya había seneleccionado pistas (al estar ahí, presente), curó las frecuencias con gusto y trascendencia.
Y nosotros flotábamos entre temas y verdades, sin fricción.
Como si ya todo estuviera escrito.
Y ahora —casi medianoche— escribo desde el derecho que nadie me da:
el de expresarme sin filtros.
Sin algoritmo.
Sin validación externa.
Nunca Expuesto no es una consigna.
Es una consecuencia.
Истина в отражении энергии.
Comentários