
Ricardo: la luz que escuchamos en su estudio
- 7 jul.
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No sé cuántos años cumplió Ricardo. Suficientes como para llamarlo "maestro".
Su cumpleaños fue el lunes. Pero ha celebrado todos los días desde entonces. Ayer (viernes) nos tocó a nosotros: mi esposa Polina, Ana Rosa Rodríguez, María Celina Val y su novio, Cora Wallis, una chica poeta llamada Yhojanis Lemus y su pareja.
Nos prometió una noche especial. Amenazó con su famosa ensalada de cinco lechugas, la signature. Pero la tertulia nos desvió por otra ruta: panes, dulces de Prana y chucherías traídas por los comensales. Conversaciones largas, fluidas, profundas. Literatura, personajes históricos, el estar y habitar el país desde lo ciudadano.
A mitad de la noche, Ricardo nos invitó a cruzar al estudio. Un cambio de atmósfera. Un ritual. Encendió una secuencia de cinco canciones. Puso en el centro un objeto lumínico titilante. Y nos pidió lo imposible: sincronizar nuestro feeling con la frecuencia de esa luz.
Jimi Hendrix abrió el portal.
Cada canción nos llevó a un estado. A un tono de introspección. No era necesario hablar. Bastaba sentir. Ricardo nos miraba, sin copa, sin alarde. Apenas un testigo sereno. Solo un par de personas tomaron cerveza. Todos los demás bebimos de otra fuente.
La noche acabó a la medianoche. Pero algo sigue latiendo desde entonces.
Hay anfitriones que ofrecen comida. Y hay otros que te cambian el pulso.



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